Fotografiar el paisaje supone un reto extraordinario para el fotógrafo, un desafío técnico y mental. Requiere esfuerzo, planificación y anticipación para encontrar las condiciones óptimas del lugar y del momento. Situaciones efímeras, instantes y luces que duran apenas unos segundos. Se trata también de la oportunidad de alcanzar un momento de introspección único. Una manera de vivir plenamente el instante presente, percibir la armonía del paisaje mediante la contemplación, la reflexión y la soledad del fotógrafo ante la naturaleza. Es la posibilidad de sentirse parte del todo que nos rodea en cada toma, más allá del resultado final de las propias fotografías.

“No hacemos fotografía solo con la cámara, en ese momento utilizamos todos los libros que hemos leído, todas las películas que hemos visto, las personas a las que hemos amado.” – Ansel Adams